martes, 23 de agosto de 2011

Terapia Familiar Sistémica con Niños: Parte 2


El niño a partir de los 12 años, con la finalización del período de las operaciones concretas (Piaget), se encontrará desarrollado cognitivamente en un nivel muy próximo al del adulto con toda su lógica y su gramática. Por lo tanto el niño puede expresarnos muchas cosas analógicamante, por ejemplo, el silencio del niño en la entrevista con la familia puede decirnos muchas cosas. Así, puede significar:


  • Que es peligroso hablar.
  • Que no tiene el permiso para hablar.
  • Que alguien significativo de la familia podría sufrir si comenzara a hablar (hacer preguntas).
La comu comunicación analógica va de la mano con la noción de Espacio Potencial de Winnicott, es decir aquel espacio intermedio entre el mundo externo y el interno del niño, en el cual aplica toda su creatividad para la elaboración de todos sus conflictos y poder resolverlos lo más adecuadamente posible e integrarse a su entorno. 

La terapia es también un espacio intermedio en el cual tanto el niño como la familia apelan a toda su creatividad para llegar a un equilibrio más saludable para el sistema. Para ello se pueden emplear distintos instrumentos como el dibujo, el juego, los títeres o la prescripción de tareas que busquen proporcionar al niño y su familia de vivencias nuevas y más saludables. Así por ejemplo, un recurso al cual frecuentemente recurro en el trabajo terapéutico para propiciar a que un padre o una madre elabore su relación con su hijo o para explorarla, es la indicación de que la madre organice “lecciones” de juego de Ludo dos a tres veces por semana, de 20 minutos de duración por vez y en un horario fijo. 

No es necesario que conozcan el propósito de la tarea, es más no debe explicitárselos. Las fuerzas que propician los cambios más importantes deben ir mas allá de la razón, del hemisferio cerebral izquierdo, deben tocar la esencia mas profunda del ser, del hemisferio derecho, al decir de Watzlawick (1980) al nivel del lenguaje analógico.



Si bien muchos terapeutas presentan problemas para incluir a los niños dentro de las sesiones con la familia, es importante recalcar, al decir de E. Tilmans (1981), que un niño puede ser un coterapeuta muy útil; así por ejemplo, es el mejor indicador de la situación afectiva de la familia y puede ser la puerta de entrada al sistema familiar, con la condición que el terapeuta sea capaz de utilizar el movimiento y la acción en términos interacciónales a fin de crear un terreno de reencuentro entre adultos y niños. Así el juego y el dibujo, por ejemplo, pueden ser medios eficaces para recolectar información del sistema familiar, recordando siempre que todo ello se hace otorgando una importancia particular a la comunicación analógica o no verbal.

El juego también puede servir para reestructurar el sistema familiar, en función de su significación metafórica y en tanto que parte de una prescripción o de una estrategia más amplia que tenga por objetivo provocar un cambio en las reglas del sistema familiar. Por su gran simplicidad y temporalidad puede ser utilizado en operaciones de reestructuración, si el terapeuta utiliza ciertas reglas disfuncionales y las adopta como reglas de un juego, entonces puede ir más allá de una simple actividad lúdica.

Los juegos pueden revelar la naturaleza paradojica de los mensajes, en los cuales los niveles digital y analógico están en contradicción. Los juegos revelan también el nudo de un problema, sin empujar a los participantes hacia una escalada fútil y exasperante porque “no es más que un juego y no hay razón de tomarlo muy en serio”.

Otro aspecto importante es, como lo señalaba Cloé Madanes (1984), “la conducta con que el niño protege a sus padres es función del sistema de interacción familiar”. Al final el niño está implicado en un “juego relacional” que busca proporcionar al sistema un equilibrio en que su sacrificio es la piedra angular; por ello uno de los objetivos primordiales del terapeuta es el de descubrir quienes más están implicados en este “juego relacional” en el que hay reglas implícitas que lo determinan, como por ejemplo, el que está prohibido terminar o abandonar este juego; en tal sentido instrumentos como la “escultura familiar” suelen ser útiles.

El terapeuta puede planear una estrategia para intentar resolverlo, en ella debe considerar:
  1. Que el sistema expresa analógica o metafóricamente un problema y que a su vez es una solución .
  2. El terapeuta comienza por determinar quién es el foco de la preocupación del niño, a quién protege éste y de que manera lo hace.
  3. No es determinante que la familia cobre conciencia de la manera en que se produce la comunicación .
  4. La terapia se planea en etapas.
  5. Cada familia necesita un abordaje propio y específico.
Al final el terapeuta deberá desplegar toda su creatividad para resolver el problema, la misma que emplea el niño cuando juega.


No hay comentarios:

Publicar un comentario